El CEO de la clínica Mayo, una de las instituciones sanitarias más prestigiosas del mundo, indicó este martes que una coalición de profesionales de la salud se encuentra evaluando si el tratamiento conocido como “plasma convalesciente” puede ser un potencial tratamiento contra el Covid-19, enfermedad causada por el nuevo coronavirus.
“Científicos y médicos alrededor del mundo están buscando nuevos tratamientos para el Covid-19 a toda velocidad. El plasma convalesciente es una de las opciones”, dijo el doctor Gianrico Farrugia en una entrevista con la cadena CNBC. La clínica recibió el pasado viernes la aprobación de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por su sigla en inglés) para liderar los ensayos destinados a probar su eficacia. Y más de 100 hospitales de los Estados Unidos ya están llevando a cabo los esfuerzos.
La premisa del tratamiento es simple: contempla la transfusión de plasma de la sangre de personas que se han recuperado de la enfermedad -y por ende desarrollado anticuerpos que los hacen inmunes- a otros que están batallando contra ella. “Esos anticuerpos pueden neutralizar el virus o generar una respuesta inmune», aseguró Farrugia.
De ser efectivo, agregó, podría evitar que los pacientes desarrollen cuadros graves de la enfermedad. También podría suministrarse a los trabajadores de la salud y quienes se encuentren expuestos constantemente al virus.
Respecto de la iniciativa, el especialista en enfermedades infecciosas de la Universidad Washington en St. Louis, Missouri, Jeffery Henderson, dijo a Science News que un paso fundamental del ensayo “es analizar si el plasma de estos donantes contiene anticuerpos neutralizadores, un tipo de anticuerpo que impide el acceso de los virus a las células del huésped”. “Los investigadores sospechan que esa clase de anticuerpo es lo que hace efectivo al plasma convaleciente”, explica la publicación de noticias científica.
El tratamiento, que también está siendo probado en China y en Italia, es considerado nuevo en los esfuerzos contra el coronavirus. Pero existe desde hace más de 100 años. Se utilizó durante la pandemia de gripe española del siglo pasado.
También se empleó en otras epidemias causadas por coronavirus, como el síndrome respiratorio agudo grave (SARS, 2003) y el síndrome respiratorio de Medio Oriente (MERS, 2012). Pero los estudios que se realizaron fueron sobre los casos directos y no estuvieron controlados por placebos para comparar y asegurar, lo cual los convirtió en una prueba anecdótica.
Shmuel Shoham, especialista en enfermedades infecciosas de la Universidad Johns Hopkins, es parte del proyecto nacional y explicó a Science News las tres ramas que abarca esta investigación a gran escala: la primera está diseñada para comprobar “si el plasma puede prevenir la infección en personas expuestas a COVID-19 por un contacto cercano, como un miembro de la familia”; la segunda, para verificar si “el plasma puede hacer que la gente hospitalizada con un cuadro moderado no necesite cuidados intensivos”; la tercera, para establecer “si la terapia ayuda a los pacientes más graves”. Todas son ensayos clínicos aleatorios con control.
Además de los bancos de sangre y los hospitales que buscan recoger plasma de infectados que se recuperaron, la Cruz Roja abrió también un sitio con un formulario para encontrar personas que quieran hacer donaciones.
En diálogo con NPR/Wisconsin, William Hartman, anestesiólogo y profesor de la Universidad de Wisconsin, dijo que es fundamental armar una lista de potenciales recuperados que quieran cooperar: “Quisiera alentar a todos los donantes que se han recuperado del COVID-19 a que consideran donar su plasma”, dijo. “Esto les da una maravillosa posibilidad de ser héroes. Todos ellos tienen este superpoder, que es su plasma, que otra gente necesita, y estaríamos eternamente agradecidos por ese tipo de donación”.